Vamos a reunir aquí algunos aportes interdisciplinares sobre el estudio de la corrupción en el ser humano, pero no todos, solo aquellos que no te enseñaron en la universidad y que podrían entrar en la categoría de lo extraño y lo no convencional..
Existen predisponentes biológicos que llevan a una persona a ser mas propensa a cometer actos corruptos
A nadie le gusta que le digan que en el país que vive predomina la genética corrupta y que por lo tanto la lleva en los genes, mas bien queremos escuchar otra cosa que aleje la corrupción de nosotros y la ponga en las carnes del prójimo. Sin más, vamos con lo que no has leído muy a menudo de la corrupción.
La testosterona y el poder
La relación poder y testosterona se estudió en las investigaciones de Bendahan en el año 2014, demostrando mediante dos experimentos que dicha hormona se presenta como predictor del comportamiento antisocial, egocéntrico, de dominancia social y diversas conductas desviadas, con alta sensibilidad a las recompensas y baja al castigo, actuando con efectos psicológicos sobre deseos de poder. Un alto nivel de testosterona aumenta la sensibilidad por alcanzar mayor recompensa sin escatimar costos para maximizar el beneficio.
La serotonina y el oportunismo
Palma en el año 2014 probó que las personas con bajos niveles de serotonina en el sistema nervioso central tienden a ser honestas, confiables, intolerantes a la injusticia y a practicar la sinceridad y por el contrario, con una mayor transmisión de serotonina, la tendencia es a un comportamiento oportunista, característico en las personas corruptas.
La herencia genética y el delito
Di Tullio en el año 1950, exploró el factor herencia, sosteniendo que cada humano revive a sus antepasados, lo cual determina, en alguna medida, el modo en que el organismo del individuo resiste, combate, vence o sucumbe al delito. Según Maturana y Varela en el año 2012, la herencia es la reaparición de configuraciones estructurales propias de un miembro de una serie en la que le sigue, produciéndose diferencias, pero con un patrón hereditario latente, aunque la educación y el ambiente pueden atenuar las malas tendencias si no son demasiado fuertes, pero sin poder desarraigarlas del todo.
La procedencia de la corrupción
Acercándose al límite de la ficción distópica, hay historiadores que plantean la cruda postura de que después de la conquista española, la endemia de la corrupción se introdujo en el ADN de la sangre de los latinoamericanos, aseguró Manrique en el año 2020. Una prueba en este sentido es que, exceptuando a Chile y Uruguay, los demás países figuran en los primeros lugares de los índices de corrupción.
Adaptación a la deshonestidad
Ferguson en el año 2010 sostuvo que la carga genética observable en alteraciones neuronales y de neurotransmisores contribuye significativamente a la conducta antisocial, la cual, dado el ambiente inmediato, presenta diferentes configuraciones de corrupción a lo largo de la vida. Autores como Owen en el año 2009 y Takahashi en el año 2012, utilizaron resonancia magnética, sensores cutáneos y ritmo cardiaco para mostrar reacciones de las neuronas espejo cuando el cerebro es capaz de aceptar y adaptarse a la deshonestidad.
Nadie se puede resistir a un acto corrupto
A la génesis de los actos corruptos por alteraciones biológicas, ahora agréguesele la intervención de la estructura de la fisiopsicología en los llamados “criminales constitucionales”. Se trata de la neurociencia que estudia las perturbaciones del sistema nervioso, especialmente del cerebro vegetativo, más específicamente en la amígdala cerebral, integrada por conjuntos de núcleos en los lóbulos temporales, donde emergen procesos como la memoria, la toma de decisiones y respuestas emocionales, responsables de reacciones y experiencias instintivas que aceptan o rechazan cada acto. Todo esto alcanza para asentar el drama de que no hay quien pueda resistir a ser parte de un acto corrupto; lo que cambia es la actitud.
Las políticas anticorrupción fracasaron
El desconocimiento del reto que plantea la arista biopsicológica-comportamiento explica en gran medida el fracaso de las políticas anticorrupción que se basan en la “teoría de la elección racional”, que presenta a la corrupción como una simple función basada en cálculos, estrategias, comportamientos egoístas y sólo cuando hay marcada asimetría de poder, limitándose a plantear cómo es que se debiera razonar al tomar las decisiones, pero no cómo realmente se razona, lo cual le es una autolimitante para explicar hechos reales, sin ir más allá del nivel teórico.
Referencias
(Rosalía Susana Lastra Barrios, Suhail Montaño Sánchez) Corrupción: delito o condición humana. Los textos que verás aquí fueron extraídos de las referencias, no son de mi autoría.
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